martes, 6 de marzo de 2007

CARTAS DE AMOR DE UN ESCLAVO, III (o El disco duro encontrado en Chueca)

(NOTA PREVIA DEL AUTOR: Es un recurso literario utilizado por muchos narradores explicar que lo que allí se puede leer fue hallado en un manuscrito abandonado. Bueno, como hoy nadie se creería la historia del manuscrito perdido, tendré que confesar que este relato por entregas lo encontré en un disco duro de un ordenador abandonado en Chueca. Por ello, todo lo aquí narrado es completamente verídico y, sin embargo, cierto.)


"¡Buenos días! ¿Cómo se encuentra mi amo y señor?

Perdón si he retrasado el escrito de esta carta mi amo, pero entre el agradecimiento por el castigo impuesto y ejecutado por mi mismo, y el temor (y la esperanza) de nuevos castigos he retrasado el momento. Además de estar escribiendo de pie, señor, por no poder sentarme de lo que me duele mi culito de esclavo, pero claro que bien pensando ¿desde cuando un esclavo se sienta en una puta silla, señor?

Bien, sobre el asunto que nos concierte amo, debo contar que ayer en el partidillo de entrenamiento, bien por la excitación o bien por el temor al castigo, conseguí solamente meter cuatro goles, a pesar de todo mi empeño de esclavo por satisfacer a mi amo. Acabado el partido y después de echar las cuentas del deficit obtenido, estando ya en mi cubículo de esclavo, procedí a ejecutar el castigo necesario y debido: 20 azotes con la pala de ping-pong en cada nalga, con lo cual tengo ambas posaderas tumefactas (de ahí mi imposibilidad de sentarme, señor). Aún así, las ejecute fuertes y con alegría, porque consideraba que eran necesarias para mi adiestramiento, justas porque venían del deseo de mi amo, y pocas para lo que me merecía. Además estaba contento pensando que los cuatro goles metidos, además de ayudar al equipo, tenían la recompensa de ser utilizados por mi amo en su satisfacción sexual, dándome derecho (si los esclavos tuvieran derechos, cosa que dudo) a cuatro penetraciones con violencia y reposo posterior en el lecho de mi amo ¡ay!

Pero, y ahora viene lo peor me temo, ha ocurrido algo que, mi amo, no he podido evitar; mientras castigaba mi cuerpo con fuerza y justicia, un calor repentino invadió todo mi ser, inevitablemente mi pene se puso en erección y, cuando apenas remataba el castigo impuesto por mi amo y no pudiendo evitar la necesidad de una pequeña caricia con la otra, soltó toda su carga líquida por más que trate de evitarlo (en otras palabras, me he masturbado). Es por ello, y soy consciente de que lo merezco, de que temo y espero de mi amo un nuevo castigo, que aceptaré sin rechistar.

Esperando las órdenes y/o caprichos de mi amo, se despide su esclavo.

BB


P.D. Creo que también aprendo rápido como esclavo y si me apuras, inclusocomo delantero centro. Besos negros."

No hay comentarios:

Publicar un comentario