lunes, 13 de abril de 2009

¡PURA MANTECA!

De despedida de las vacaciones fuimos todos a comer fuera, a un restaurante de aldea famoso por su buena cocina al que le llaman “Pura manteca”. Bueno, no es su nombre ese, claro; igual se llama casa Antonio o casa Manuel pero, según cuenta mi padre, todo le mundo le llama así: "Pura manteca" al restaurante y al dueño.

Y es que el dueño a todo lo que le preguntabas sobre el menú contestaba igual. ¿Qué tal están las habas con almejas? ¡Pura manteca! ¿Y qué tal está la tortilla de patatas? ¡Pura manteca! ¿Y cómo están los callos con garbanzos? ¡Pura manteca!, respondía invariablemente. Todo está igual de bueno y, la verdad, es que eso es cierto. Tienen buen material y lo cocinan bien ¡Pura manteca!

El restaurante es bastante cutrecillo y de estilo tradicional en que las cuadras estaban cerca de la casa, con una ventanita por dónde siempre estaba asomada una vaca. Según cuenta mi padre, y yo me meaba de risa cuando lo contaba, un día le dijo Pura Manteca que las vacas le daban mas leche desde el día que les puso una tele en color cerca de la cuadra. “El doble que antes – aseguraba firmemente- que solo veían una tele en blanco y negro”. Pues como dije yo, ahora con la televisión digital seguro que van a dar Leche Merengada. ¡Habrase visto unas vacas tan sibaritas!

El caso es que en mi casa, cada vez que comemos algo que está muy bueno, todos pensamos en la famosa frasecita de marras, y siempre que alguien alaba la comida y suelta un: ¡qué bueno está esto…! contestamos todos a coro: ¡pura manteca! Y yo ahora me la he apropiado, y cada vez que veo un tío bueno por la calle, de esos que apetece comerle hasta la mierda, como a las centollas, se me escapa sin poder remediarlo un ¡Pura manteca! Y me quedo tan pancho, y toda la familia me ríe la gracia, pensando que me estoy acordando de aquel restaurante de pueblo y su comida, sin que nadie sepa de verdad a lo que me refiero ni en lo que yo, realmente, estoy pensando comer.

Así que ya sabes, si vas por ahí meneando el culo tan contento y detrás de ti, oyes un voz profunda y grave que te dice medio murmurando en gallego algo que no entiendes bien, no te asustes; soy yo que estoy a punto de darte un bocao en salva sea la parte. Mejor que te separes, aunque de todos es sabido que mis bocaos son ¡pura manteca!

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