
Y lo peor era aquella mierda de profesión, repartiendo a domicilio por las noches; yendo y viniendo sin parar a hogares tan tenebrosos como el suyo; siempre con prisas y a escondidas, un trabajo asqueroso y agotador que lo tenía harto; y por unas pocas monedas. A ver si hoy tenía suerte y no tenía que salir a entregar; prefería quedarse allí en su sucia madriguera, lamiendo las heridas de su propia vida.
"Pero no, verás como esta noche también tendré que salir. A estos imbéciles niños humanos no les paran de caer esa mierda de dientes de leche que traen al nacer, defecto del fabricante…."
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