
Su matrimonio iba bien, pero Juan notaba que su mujer siempre estaba un poco triste, como si le faltara algo. Aunque nunca se quejaba, ella con frecuencia le reñía por querer comprar cosas que no necesitaban y siempre le decía lo mismo: “Juan no nos lo podemos permitir”.
Pero Juan soñaba con tener dinero para aquello; era su deseo más íntimo Desde que había visto en la tele que ya era científicamente posible empezó a soñar y a guardar ese dinero tan cuidadosamente sustraído. Por ello, cuando tenía reunida la cantidad necesaria y no pudo aguantar más su secreto, le dijo a su mujer – “María, me voy a alargar el pene, tengo el dinero”, Juan no pudo dejar de sorprenderse de la respuesta de su mujer: “¡Ay ¡ Juan, en eso no me escatimes”.
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