
Tu siempre igual de tonto, Iago; me contestó ella. Y es que mi abuela siempre me llama tonto, venga a cuento o no, que yo creo que nunca viene, la verdad, pero bueno. Yo quiero ir, -siguió ella- a ver si pillo un chaval de esos de 19 años como la Miss. Robinson esa. Y ahí sí que se me atragantó la sopa a mí también. Aún así, me atreví a contestar, por no cortar la conversación bruscamente, mas que nada, que para buscar un novio de esa edad no hay que ir tan lejos, abuela, que aquí mismo en España… Si, claro, - me interrumpió ella, no sin cierta maldad-, entre esos amiguitos tuyos tan ideales igual encuentro uno, ¿no? Y yo creo que esta es la prueba definitiva de que mía abuela lee mi blog y sabe lo mío. Y luego continuó diciendo que igual ligaba más allí, en la católica irlanda que en misa de doce, que tantos años yendo a misa para nada, que solo se había levantado a un mutilado de guerra tuerto y, además, diabético.
Pero no acabó ahí la cosa. Es que me dijo tan campante, que igual me podía llevar tu amigo el piloto ese en la cabina. Yo me puse pálido, pues me estaba imaginando la escena: mi novio llevando en cabina a su abuela política fantasma por toda Europa, hablando mal de su estúpido nieto ¡y sin pagar billete, qué eso es lo peor!
Y para colmo, tal como están las cosas igual se enrolla ella con mi novio, y yo sin coscarme, que mi abuela es capaz de eso y de mucho más. Le promete a mi chico que le monta una discoteca, como hizo la primera dama irlandesa, y le convence; que el pobriño de mi novio está muy quemado de tanto hacer portes con el avión de aquí para allá todo el día. Y yo sin enterarme, porque unos cuernos fantasmas digo yo que igual no duelen como los otros, no sé.
¡Lo que hay que ver! ¿Pero no decía la iglesia católica que el matrimonio gay iba a acabar con la familia tradicional? Pues no es por nada, pero yo veo que más bien, en mi caso, va a ser al revés...
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