
Si hay que beber, bebo; si hay que estar simpático, el que más; si hay que poner cara de circunstancias, la pongo; y si hay que parecer agudo e inteligente en el blog, pues… ¡ah! no, esto no tenía que contarlo.
Mi madre cuenta una historia coruñesa que ilustra perfectamente lo que quiero decir; una historia que a mí me ha servido siempre como punto de referencia. Ahí va:
Una nueva rica encargó a un conocido pero pobre pintor un retrato de su fea hija. Esta tenía un rostro inexpresivo y sin aristas coronado con una plana melena de cristo viejo. El pintor desesperado por ganarse un dinerito no se le ocurrió mejor idea para darle importancia al cuadro que ponerle a la fea moza una espléndida cabellera rizada que llenaba la pintura.

Cuando la madre y la hija fueron a ver el cuadro, la madre pareció satisfecha del encargo y soltó la frase que me sirve a mi como coartada a mi adaptabilidad: “Bueno, el cuadro está muy bien –dijo- aunque mi hija no tiene el pelo rizado; pero si hay que rizarlo, se riza”
Así que siempre que tengo que adaptarme a alguna circunstancia y comulgar con ruedas de molino, yo me adapto y viene a mi mente esa frase mágica que me anima y me reconforta: “Iago, si hay que rizarlo, se riza”. Probad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario