
El caso es que o Mariscal ha perdido el norte o le ha pasado la hora; pero hay que ver lo que ha diseñado: no ya los chuchillos que parecen las “hojas albaceteñas” que usaba Curro Jiménez, sino lo presentado bajo el ingenioso y novedoso nombre de “tijeras” (que parecen unas tijeras de siempre, la verdad; igual cortan y todo) y lo que para mí alcanza el sumum del nuevo diseño catalán: lo que podíamos llamar ocurrentemente “cacharrito para salsas” ¿no es lo más de lo más? No es lo más “requisito” que habéis visto en vuestra vida? Vamos, que pones en estos ingeniosos cacharritos una salsa o unas simples almendritas y prestigias cualquier mesa… Ríete tu de los platos cuadrados.

Lo siento, pero me parece penoso. Y que nadie vea en este post un ataque del resto de España a la industrial y moderna Cataluña (que entre otras cosas, a mi ese edificio que parece una polla iluminada me chifla y no por lo que estáis pensando) o una maniobra de distracción de la ínclita ministra de Fomento para no transferirles las Cercanías, ¡eh! ¿Para qué querrán los pobres catalanes unos transportes públicos de calidad, teniendo estos maravillosos recipientes de diseño? Nuse.
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